En la prosperidad y en la adversidad, como en un buen matrimonio. La crisis económica está espoleando el «sí» irlandés al Tratado de Lisboa, que volverá a ser sometido a referéndum en Irlanda en septiembre próximo, tras el rechazo en la consulta celebrada hace un año.
En los tiempos de bonanza, esta pequeña república de 4,4 millones de habitantes se benefició de la UE como ningún otro país -fue el llamado «tigre celta»-, y ahora que ha llegado la crisis, la UE es su única tabla de salvación.
«Para pragmáticos, los irlandeses», reconocía ayer un portavoz del partido gobernante Fianna Fail, con pocas ganas de extenderse al teléfono, pues era fiesta laboral en Irlanda. Y dando fe de ese pragmatismo, remitió simplemente a lo dicho por el líder de esta formación y primer ministro, Brian Cowen, de que a medida que se acentúan los efectos de la crisis (el paro, por ejemplo, ha llegado al 10 por ciento, la peor cuarta cifra de toda la Unión), se incrementa también el apoyo al texto de reforma institucional de la UE.
Vuelco en las preferencias
Una encuesta publicada ayer por «The Irish Times» situaba el «sí» en el 54 por ciento, dos puntos por encima del último sondeo. El «no» está en el 28 por ciento, y el nivel de los aún indecisos es del 18 por ciento. En junio del año pasado, el 53,4 por ciento de los votantes rechazaron el Tratado, mientras que el 46,6 por ciento lo apoyaron.
Simbólica prueba de ese cambio de actitud es el «bajo perfil» que está teniendo en la campaña de las elecciones europeas, que en Irlanda se celebran el próximo viernes, el líder de Libertas, Declan Ganley, cuando fue el auténtico protagonista en el referéndum de hace un año. Así lo destacan los profesores Kenneth Benoit y Michael Gallagher, del departamento de Ciencia Política del Trinity College de Dublín. Según Benoit, «es fácil construir una campaña sobre el rechazo a algo, pero ya no lo es tanto explicar porqué hay que elegir a tal o cual partido en unas elecciones.
De hecho, el empresario Ganley está teniendo dificultades para conectar con la gente. De acuerdo con las encuestas, sólo el 9 por ciento de los votos de primera preferencia (el complejo sistema electoral irlandés reparte los restos en función de las varias preferencias establecidas por el elector entre la lista de candidatos) irían para Ganley en la circunscripción por la que se presenta.
Así que es posible que Libertas, en sus primeros tiempos calificada de «euroescéptica», obtenga algún escaño en otros países en los que concurre -quizás en alguna nación del Este de Europa-, pero es difícil que lo haga en Irlanda, donde la formación nació el año pasado.
Por otra parte, el Gobierno de Dublín está avanzando la negociación con la Comisión para que se incluyan una serie de salvaguardas que eliminen las susceptibilidades de los irlandeses. Estos puntos son, como recuerda el profesor Gallagher, asegurar la neutralidad del país, la autonomía en materia fiscal y la no injerencia en la cuestión del aborto. «Clarificar esto, aunque necesario, se ha convertido ya en realidad en algo secundario, porque los irlandeses son cada vez más conscientes de que si se quedan fuera de la UE, Irlanda no a va poder salir de la crisis», afirma.
Mala gestión de la crisis
Pero este viernes los irlandeses no votan sobre el Tratado de Lisboa, sino sobre la manera en que su Gobierno está gestionando la crisis económica, y se espera un fuerte voto de castigo, aunque sólo sea por el descontento con la situación general. La última encuesta otorga al gobernante Fianna Fail sólo el 20 por ciento de los votos (y únicamente el 10 por ciento en la capital), lo que constituiría el peor resultado de su historia y le situaría por detrás de los dos principales partidos de la oposición, el Fine Gael (36 por ciento) y el Partido Laborista (23 por ciento).
Una severa derrota electoral podría suponer el hundimiento del Gobierno de Brian Cowen. Si los Verdes, en coalición con el Fianna Fail, se ven castigados por el electorado, es probable que prefieran pasar a la oposición. Pero el juego de alianzas alternativas no es fácil, y el líder del Fine Gale, Enda Kenny, ha negado que su formación esté dispuesta a aceptar un trato con el Sinn Fein, el brazo político del IRA, que cuenta con una escasa representación en el Parlamento de Dublín.