El 29 de octubre de 2004 los veinticinco Jefes de Estado o de Gobierno firmaron en Roma el Tratado por el que se establecía una Constitución para Europa. Era el resultado de un largo proceso de integración marcado, a la vez, por la profundización continuada en la integración y por las sucesivas ampliaciones de la UE.
El primer Parlamento Europeo elegido por sufragio universal fue el que abrió realmente el debate sobre la constitucionalización de Europa al adoptar por amplia mayoría, el 14 de febrero de 1984, el informe de Altiero Spinelli, quien, en su Proyecto de Tratado de la Unión Europea, proponía una reforma fundamental de la Comunidad Europea (CE). Desde entonces, los tratados que se han ido sucediendo han permitido avanzar en la construcción europea.
Para entrar en vigor, el Tratado por el que se establece la Constitución debía ser ratificado por todos los Estados miembros, con arreglo a sus respectivas normas constitucionales, bien mediante ratificación parlamentaria, bien mediante referéndum.
El texto de la Constitución preveía que el proceso de ratificación duraría dos años y que entraría en vigor, a más tardar, el 1 de noviembre de 2006. Tras las dificultades de ratificación existentes en algunos Estados miembros, los jefes de Estado o de Gobierno decidieron iniciar un período de reflexión sobre el futuro de Europa durante el Consejo Europeo de 16 y 17 de junio de 2005. Este período de reflexión debía permitir el inicio de un amplio debate con los ciudadanos europeos.
Consolidación de la UE
Finalmente, en el Consejo Europeo de los días 21 y 22 de junio de 2007, los dirigentes europeos alcanzaron un acuerdo. Se convino en un mandato para convocar una Conferencia Intergubernamental encargada de finalizar y adoptar ya no una Constitución, sino un Tratado de Reforma para la Unión Europea. El texto final del Tratado elaborado por la Conferencia Intergubernamental fue aprobado en el Consejo Europeo informal celebrado en Lisboa los días 18 y 19 de octubre.
El Tratado de Lisboa resultante fue firmado por todos los Estados miembros, excepto Irlanda, el 13 de diciembre de 2007. Supuso una reforma integral de la Unión Europea, a través de la cual, los Veintisiete acordaron dotar a la UE de las instituciones modernas y los nuevos métodos de trabajo que necesita para enfrentarse de manera eficaz a los desafíos del mundo de hoy. Asimismo, el Tratado reforzaría la democracia en la UE, consolidando su capacidad para promover día a día los intereses de sus ciudadanos. De los 27 Estados miembros, sólo Irlanda se ha opuesto al Tratado aunque la República Checa y Polonia ya han anunciado que no lo ratificaron a menos que el Gobierno de Dublín dé el visto bueno. En Alemania, si bien la ratificación parlamentaria se ha terminado, se requiere la ratificación formal de la firma del Presidente, que ha sido retenido en espera de una decisión del Tribunal Constitucional sobre su compatibilidad con la Ley Fundamental.